Materia prima y poco más.
Somos sencillos, nos gusta lo auténtico, desde unos huevos fritos de corral con un pegote de sobrasada de Son Dalabau, a unos Riñones de cordero con lombarda pasando por unas parrochas en escabeche. ¿Se necesita algo más?
Eran años difíciles, en un Madrid azotado por la guerra, Pepita, viuda de Cuenllas, abría una pequeña mantequería que abstecía de comestibles al barrio. Poco a poco importantes familias empezaron a tomar como residencia el barrio y en particular la calle Rosales, eso hizo que la oferta de la tienda fuese creciendo.
Ya a finales de los 60 se empezaban a ver los primeros Grand cru de Burdeos, los foies de Las Landas o los mejores quesos franceses. A finales le los 80, de la mano de Angel Cuenllas llega el gran cambio, la ampliación de la tienda a lo que es hoy y la apertura de la barra en local contiguo, que en la época fue una gran revolución, uno de los primeros bares de tapas y vino de la capital. Desde entonces poco a cambiado, todo ha ido evolucionando con los tiempos pero intentando no perder la esencia de Doña Pepita y la época de postguerra.
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