¿Cómo definir la cocina de Madrid? Cómo resolver esa ecuación en una ciudad que no tiene una gastronomía secularmente enraizada y que históricamente se ha alimentado alegremente de culturas ajenas? Difícil, muy difícil, pero por llamarla de algún modo la podríamos adjetivar como mesetaria, dando por descontado que Madrid pertenece a la meseta, igual que Castilla y León y Castilla-La Mancha.
Ahí, en esa identidad propia donde se mezclan la despensa castellana y las recetas de los cuatro puntos cardinales está el sello de la cocina madrileña, que tal vez no goce de las mismas raíces que tienen otras comunidades, pero que sí tiene una gran ‘capacidad de integración’ como consecuencia de haber acogido y hecho como suyas las cocinas y culturas del mundo. Para hablar de la cocina madrileña, de «nuestra» cocina, nos vamos a basar en tres pilares básicos: «Platos típicos» (el recetario tradicional). «El viaje» (la influencia con las demás cocinas y culturas del mundo). «El producto» (si nace en Madrid es de Madrid).
En este menú que presentamos vamos a realizar ‘un viaje por Madrid’, o mejor aún, una ‘Ruta por Las Vegas’, por sus ríos Tajo, Tajuña y Jarama que transcurren a lo largo del territorio.
Una fauna de la que conseguiremos la materia prima. Partimos, pues, de nuestras raíces, para ofrecer un menú que nace del recetario tradicional para concluir con los nuevos sabores del terruño con influencias manchegas y del mundo. Un menú que te traslada a los sabores de antaño. Este es el lugar de las plantas y los animales. ¿Le apetece acompañarnos?
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